En el sustrato pictórico de Helguera, se encuentra una ejecución técnica impecable del dibujo como elemento esencial del cuadro. Este dibujo ejecutado basándose en trazos mínimos pero eficaces que condicionan el conjunto del lienzo, es el que marca las directrices de una producción rigurosa y sólida.

El dibujo también permite alcanzar unas anatomías humanas que rozan con la belleza canónica de los cuerpos. Helguera busca una representación perfecta del rostro y del cuerpo humano, que conduce a la búsqueda de una belleza absoluta. Las facciones de los rostros resultan canónicas. No hay ningún desequilibrio que corrija la perfección.

El resultado de todo ello, son unos cuadros marcados por la elegancia en la composición y en el contenido, bellos en definitiva.